En este artículo, Juan M. Lorite Fonta nos propone un viaje que arranca en parajes exóticos, pues se inicia con los conceptos básicos de una disciplina que, en principio, parece que poco o nada tiene que ver con la actividad docente. Sin embargo, en el transcurso del camino se irán desvelando conexiones cada vez más fuertes con la educación, hasta acabar aterrizando en una práctica de aula sencilla y útil.  

Educación orientada a futuros

Te animo a conocer algunos saberes que para mí son fascinantes. 

Prospectiva estratégica: anticipar cambios y explorar futuros posibles

Nuestro viaje comienza en una autopista. Imaginad el presente como algo parecido a esto: conducimos a gran velocidad detrás de un camión que nos impide ver bien las señales y el estado del tráfico. Además, hay otros muchos vehículos a nuestro alrededor cambiando de carril, frenando, adelantando…  

El camión representa todas nuestras tareas y ocupaciones diarias, tan importantes, urgentes e inexcusables, que no nos permiten ver mucho más allá del corto plazo. Al resto de vehículos, de comportamiento veloz e impredecible, los vamos a tomar como factores de cambio. Responden a dimensiones políticas, económicas, sociales y culturales, tecnológicas y científicas, ecológicas o legales (por eso se les llama dimensiones PESTEL).  

Mientras vamos conduciendo, de repente, logramos la asistencia de dos dispositivos tecnológicos: un GPS y un dron con cámara. Gracias a ellos, comenzamos a ver la carretera mucho más allá de nuestra localización; identificamos las señales con antelación, descubrimos si hay algún accidente o vehículo que circula de forma peligrosa, obtenemos información de los atascos y de las posibles alternativas para llegar a nuestro destino… o para cambiarlo. 

La disciplina que os presento pretende exactamente esto que hemos visto en la autopista: ayudarnos a escanear señales de cambio, anticipar posibles problemas emergentes y aportar el conocimiento necesario con el fin de facilitar las mejores decisiones estratégicas y minimizar los riesgos. Podemos definirla como la disciplina que aporta técnicas y marcos mentales para explorar los futuros con el fin de tomar las mejores decisiones para poder influir en él. 

Estrategia y estudio de futuros

Pensar el futuro en plural: fundamentos de la prospectiva

La hemos definido sin nombrarla aún porque no es un tema trivial: tiene varias denominaciones según estemos en un contexto europeo o americano, con el foco en la estrategia o la exploración, etc. La podemos encontrar entonces como Prospectiva estratégica, Estudios de futuros, Strategic Foresight, Diseño de futuros... Nosotros utilizaremos aquí el nombre de Prospectiva. 

¿Os habéis fijado? En casi todos los casos, he escrito futuros y no futuro. Esto es un detalle importante; si tuviéramos que quedarnos con solo dos premisas para identificar a la Prospectiva, estas serían: 

  • El futuro no está escrito, no es único, no existe, está por hacer; admite todas las posibilidades y, por tanto, hay que tenerlas en cuenta. Por eso, hablamos de futuros en plural y no de futuro en singular.  
  • El futuro, además de ser aquello que ha de venir, es, sobre todo, aquello que queremos, necesitamos o hemos consensuado que preferimos construir. 

La prospectiva estratégica: origen, evolución y relevancia actual

Si pensáis que todo esto es ciencia ficción o quiromancia, os ofrezco un brevísimo viaje por su historia para mostrar su relevancia: 

En sus albores, estuvieron los llamados juegos de guerra, que permitieron a los aliados cambiar el curso de las batallas navales en la II Guerra Mundial.  Desde entonces, se ha producido un viaje físico y conceptual, de Estados Unidos a Europa y de aquí a todo el mundo. También de lo predictivo a lo exploratorio y cultural, de una visión instrumental y tecnocrática del futuro a una visión crítica, humanista y reflexiva.  

Más datos: la prospectiva estratégica está detrás del éxito de empresas como Shell, que desde los años 70 desarrolló escenarios de futuros para anticipar cambios energéticos y geopolíticos, lo que le permitió prepararse mejor que sus competidores ante crisis como la del shock del petróleo de 1973. Las que hoy son grandes ciudades y naciones, como Finlandia, Singapur, Dubái, Bilbao, Quebec, hicieron verdaderos estudios de futuros para transformarse en lo que conocemos actualmente de ellas. 

En cuanto a su introducción institucional, la UNESCO ofrece programas de alfabetización en futuros con toda una serie de cuadernos de dinámicas para ponerla en práctica en las aulas. Por su parte, el Foro Económico Mundial tiene entre sus documentos el de prospectiva de riesgos globales. No os recomiendo que lo leáis, a menos que queráis pasar las noches en vela pensando en qué momento se producirá un cambio de polaridad terrestre o decenas de riesgos más.  

La prospectiva goza de una sólida tradición en las culturas de Europa Central y del Norte, Latinoamérica y el mundo anglosajón. En España, hace unos años que el gobierno abrió la Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia y, a finales de 2025, un colectivo de prospectivistas —entre los que me incluyo— ha fundado la Asociación Española de Prospectiva

Modelos y herramientas fundamentales de la prospectiva estratégica

Para finalizar esta breve introducción a la prospectiva, vamos a descubrir tan solo dos de sus entidades fundamentales. 

La primera; aunque hemos hablado de que los futuros admiten todas las posibilidades, el prospectiva Jim Dator formuló que responden, en realidad, a cuatro arquetipos. 

  1. Crecimiento continuo: supone que el progreso económico, tecnológico y social seguirá expandiéndose sin interrupciones. Es el futuro oficial de muchas instituciones. 
  2. Colapso: describe escenarios donde sistemas sociales, ecológicos o económicos fallan total o parcialmente. 
  3. Disciplina o límites: propone que la humanidad se autolimita y vive dentro de unos límites, que pueden ser ecológicos y éticos, de seguridad y control u otros. 
  4. Transformación: contempla un cambio radical —tecnológico, espiritual o biológico, político— del ser humano o de la sociedad que nos lleva a otro estado de nuestra evolución. 

Cómo interpretamos los futuros: arquetipos, sesgos y escenarios posibles

Es importante tener en cuenta que estos arquetipos no tienen un carácter negativo ni positivo de por sí. El colapso del combustible fósil puede traer un mundo sin contaminación, mientras un crecimiento constante puede serlo a costa de nuestra salud o nuestro bienestar. 

El cine explota continuamente estos arquetipos, en la mayoría de los casos, desde un enfoque distópico, donde parece no existir otras posibilidades. Como se dice en los foros prospectivos, «nos es más fácil imaginar el fin del mundo que, por ejemplo, una alternativa viable al capitalismo». 

Esto es algo propio de nuestra percepción del futuro: solemos tener un sesgo cognitivo dicotómico de todo o nada, blanco o negro, utopía o distopía. Sobre todo, parecemos preparados para esta última y, de hecho, la historia nos muestra que muchas de las distopías más horribles tuvieron su origen en la búsqueda radical de una utopía. Por eso me permito proponeros que investiguéis sobre dos términos que añaden profundidad y alternativas a esa clásica dicotomía: eutopía y protopía. 

Pensamientos de futuros

Explorar escenarios futuros para decidir en el presente

Terminamos este fugaz repaso a las entidades de la prospectiva con el llamado cono de futuros: esta representación gráfica nos permite visualizar el ámbito de los escenarios según su probabilidad y así, vemos varios círculos: futuros posibles, plausibles y probables y preferidos. 

¿Es posible que en todo el mundo la escuela deje de ser el espacio protagonista de la educación y sea sustituida por el aprendizaje en casa? 

Sí, es posible, pero no parece plausible —o verosímil— y, mucho menos, probable. 

¿Es posible, plausible y probable que en pocos años unas simples gafas permitan al profesorado conocer el nivel de atención y concentración del alumnado en el aula? 

Es posible y plausible, pero aún hoy, poco probable. 

¿Es posible que la IA acabe por ser un complemento del profesorado para una personalización eficaz del aprendizaje? 

Es ya posible, plausible y estimamos que muy probable. 

«El futuro menos probable es ese en el que nada cambia»

Si hay algo claro en todo este cono de futuros, como dice el prospectivista Jordi Serra, es que «el futuro menos probable es ese en el que nada cambia». Tener esto presente cambia las perspectivas de muchos planes a largo plazo. 

Por supuesto, aquí juega también su papel el presente; una vez definidos el futuro preferido —que casi siempre tiene algo de posible, de plausible y de probable—, volvemos hacia atrás hasta el presente planificando qué acciones debemos desarrollar para intentar alcanzar ese futuro deseado. 

Futuro y educación

Vamos, por fin, a conectar Futuros y Educación, porque están íntimamente relacionados. Vamos a descubrir que la educación opera en el futuro de varias formas: 

  • En parte, porque se trata de un proceso de desarrollo que propicia la adquisición de habilidades, competencias, valores y conocimientos en un futuro, ya que no se poseen, o se poseen de forma incipiente, en el presente.  
  • También, porque ese proceso, para ser eficaz, debe contemplar los posibles modelos de sociedad en los que esas personas educadas pondrán en escena sus valores, autonomía, capacidades, cultura y solidaridad, modelos que, como podemos intuir, serán diferentes al actual. 
  • Además, la escuela, el alumnado y los docentes conviven en un presente cada vez más contaminado por las características del futuro: necesitamos gestionar la incertidumbre, la volatilidad y la complejidad de nuestro tiempo en un contexto de cambios cada vez más acelerados. 

Y, quizás lo más importante, porque el acto de educar, con sus enfoques, saberes y sentires, interviene, apunta y tiene la capacidad —y el compromiso— de influir en la evolución hacia esos futuros. 

Pese a todo lo anterior, de las múltiples formas en las que futuro y educación están conectados, el ámbito del futuro de la educación es siempre el más discutido y visible, y esto eclipsa al ámbito de los futuros en la educación, es decir, el desarrollo de programas curriculares o extracurriculares que ponen en juego los conocimientos, habilidades y actitudes necesarias para explorar, imaginar y comprender futuros posibles.  

Por cierto, a ese marco mental que aglutina todas estas habilidades, actitudes y conocimientos se le conoce por Pensamiento de futuros y comprende, entre otras: 

  • Creatividad
  • Capacidad de previsión
  • Pensamiento sistémico
  • Flexibilidad cognitiva
  • Empatía
  • Escepticismo práctico
  • Estrategia
  • Esperanza pragmática

Cada una de ellas demanda su explicación, pero tenemos que seguir avanzando. Dejo para vuestra indagación profundizar sobre ellas. Mientras, os ofrezco un resumen de las claves de una educación orientada al pensamiento de futuros (columna derecha) con respecto a otra que no lo contempla. 

Educación orientada a pensamientos de futuros

El pensamiento de futuros en la construcción de experiencias de aprendizaje 

Vamos a acabar recorriendo algunos aspectos didácticos, experienciales, competenciales y emocionales donde el pensamiento de futuros contribuye de formas concretas a enriquecer y resignificar la experiencia de aprendizaje.  

Empecemos por una pregunta. Ya sabéis que son varios los beneficios de la utilización del enfoque de las grandes preguntas y las preguntas problematizadoras para detonar la situación de aprendizaje: encienden la motivación intrínseca y activan los saberes previos; dan sentido y propósito a la secuencia didáctica —al para qué aprender—; articulan un enfoque competencial y favorecen la metacognición. ¡Casi nada! 

La disciplina de futuros apoya estos enfoques con tres preguntas muy potentes que pueden declinarse en otras tantas de maneras útiles. Algunos ejemplos: 

  • ¿Qué pasaría si ______?
  • Ante _______, ¿qué queremos que pase?
  • ¿Qué hacemos hoy para que pase _________?
  • ¿Cómo podemos ______?
  • ¿Por qué es importante ______?
  • ¿Cuál es la mejor manera de  ______?
  • ¿De qué forma se relaciona  ______ con  ______?
  • ¿Qué sucedería si no ______?
  • ¿Por qué sucede ______?
  • ¿Hasta qué punto ______?
  • ¿Cómo afectaría ______?

La alfabetización de futuros 

La alfabetización de futuros produce experiencias anticipatorias a través de la construcción de escenarios, simulaciones, prototipos futuros, artefactos especulativos, juegos de rol y narrativas futuras, entre otras. Todas ellas sirven de palanca tanto al modelo experiencial de Kolb como al AbP.  

En cuanto al primer modelo, un enfoque de futuros proporciona experiencias novedosas sobre las que reflexionar, marcos conceptuales para interpretarlas y oportunidades de actuar sobre ellas, completando el ciclo experiencial de forma profunda y transformadora. 

Al AbP, el pensamiento de futuros aporta escenarios, desafíos abiertos y problemas complejos que obligan a los estudiantes a investigar, analizar tendencias, comprender el contexto y producir soluciones creativas y con sentido para ellos y su comunidad. 

Por último, las actividades propias del pensamiento de futuros (imaginar escenarios, identificar señales de cambio, explorar alternativas y visualizar eutopías) producen experiencias que conectan con emociones profundas como son la sorpresa, la anticipación, el entusiasmo, la preocupación, el deseo de contribuir… 

Para conjurar el riesgo de quedarnos solo en los conceptos teóricos, aquí os dejo una sencilla y útil dinámica que compuse para trabajar el tema de futuros en el aula

El destino es el principio de otro camino  

Si lo pensamos un poco, casi nada de lo que os he contado nos es extraño; estoy seguro de que, en algún momento de vuestras vidas, habéis imaginado un futuro siendo docentes, padres o madres, viviendo en una casa más grande, emprendiendo… Os habéis visualizado en esos estados distintos al del presente y,  para alcanzarlos, habéis trazado un plan, establecido metas y habéis trabajado, ahorrado, estudiado, etc. 

Lo que añade la Prospectiva es que realiza ese ejercicio de imaginación, de visión y de anticipación de forma sistematizada, utilizando herramientas y técnicas que nos permiten gestionar la complejidad de los sistemas y una gran cantidad de variables. También aporta el marco mental necesario —el Pensamiento de futuros— para navegar la incertidumbre, la volatilidad y el cambio acelerado que definen a nuestro presente. 

Espero que este viaje por los futuros os haya sido útil e interesante y, si alguno o alguna de vosotras queda de repente conquistada por la disciplina, por favor, hacédmelo saber; me encantará acompañarte y seguir aprendiendo contigo. 

Juan M. Lorite Fonta 

Juanmi aplica el pensamiento creativo y de futuros a procesos de innovación y gestión del cambio, sobre todo, en el sector editorial educativo. Investiga las posibilidades del medio digital para la transmisión textual y es creador de distintas propuestas artísticas y editoriales. Puedes conectar con él en LinkedIn.

Más artículos de educación

Aprender a aprender una competencia para el futuro 0

Aprender a aprender: una competencia para el futuro

2022-10-24

La competencia para aprender a aprender es la capacidad para persistir en el aprendizaje, organizar el aprendizaje, y controlar eficazmente el tiempo y la información. En este post te damos tips para enseñar a aprender y te proponemos algunos recursos de innovación educativa.