“La educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo”, dijo una vez Nelson Mandela. ¡Y tanto que lo es! La educación es la base del progreso, el pilar esencial para una sociedad justa, e igualitaria, y una pieza clave a la hora de formar a la ciudadanía del mañana.

Como ya sabemos, lo que los alumnos y las alumnas aprenden en clase sobrepasa las fronteras del aula y repercute en su vida personal. Y la educación emocional tiene un papel fundamental en esto.

 

¿Qué voy a encontrar en este artículo?

  • Qué es la educación emocional
  • La importancia de la educación emocional
  • Beneficios de aplicar la educación emocional en el aula
  • Cómo guiar al alumnado a crecer con sus emociones

¿Qué es la educación emocional?

Las emociones son reacciones que experimentamos ante situaciones que vivimos en nuestro día a día. Nos acompañan en todo momento y nos aportan una información muy valiosa sobre cómo nos afecta la realidad que percibimos.

En este sentido, la educación emocional es el proceso a través del cual las personas aprenden a identificar, entender y gestionar las emociones para establecer relaciones y vínculos positivos con los demás, ser más empáticos y tomar decisiones responsables.

La educación emocional es el proceso a través del cual las personas aprenden a identificar, entender y gestionar las emociones”

Durante el siglo XX, la educación se centró en el desarrollo cognitivo. Un enfoque muy necesario ya que a principio de este siglo había un gran analfabetismo en todo el mundo. Décadas más tarde, sin embargo, prácticamente toda la población estaba escolarizada. Por eso ahora, en pleno siglo XXI, el reto es que la dimensión emocional tenga cada vez más peso.

 

¿Por qué es importante la educación emocional?

Como profesores y profesoras sabemos que es tan importante transmitir a los alumnos y las alumnas los contenidos de lengua o matemáticas como a identificar y gestionar sus emociones. En ellas encontramos lo mejor del ser humano, como la alegría, el amor, la compasión, la solidaridad o la felicidad. Sin embargo, también están la ansiedad, el miedo, la tristeza, la ira, la indignación, etc. Los grandes problemas que enfrentan las personas y la sociedad en su conjunto nacen, en gran medida, de las emociones. Las habilidades emocionales que adquieran hoy decidirán las personas que serán mañana.

Beneficios de aplicar la educación emocional en el aula

Las investigaciones han puesto de manifiesto que la educación emocional en el aula ayuda a desarrollar las competencias sociales y emocionales del alumnado y a establecer climas de convivencia que facilitan el aprendizaje y el bienestar.

Trabajar este tipo de inteligencia con niños y niñas fomenta su autoconocimiento y les ayuda a distinguir, identificar y gestionar sus emociones. Una buena educación emocional contribuirá a que puedan tomar decisiones propias y que sean responsables y éticas. Y es que una de las metas es aprender a relacionarse de manera asertiva, es decir, que sepan defender sus ideas sin pasar por encima de los demás.

Son varios los estudios que, a lo largo de los años, han demostrado que la educación emocional disminuye los índices de ansiedad, depresión, violencia, etc. Además, incluso influye en el rendimiento académico. Por ejemplo, se ha valorado con investigaciones hechas sobre más de 700.000 estudiantes, que las mejoras en el rendimiento académico pueden llegar al 11%.

 

Cómo ayudar a los alumnos y alumnas a crecer con sus emociones

La educación emocional es un aprendizaje continuo que nos acompaña a lo largo de nuestra vida, pero que conviene empezar a enseñar desde la infancia para que los más pequeños y pequeñas sean capaces de reconocer sus emociones y aprendan a gestionarlas. Porque, tal y como dice Rafael Bisquerra, presidente de la Red Internacional de Educación Emocional y Bienestar (RIEEB), el primer paso es saber poner nombre a aquello que sentimos.

El siguiente paso sería entenderlo, tomar conciencia de nuestras emociones. Los niños y las niñas deben aprender que tienen derecho a estar enfadados y mostrar su rabia de alguna forma. Pero no deben sentirse autorizados a transformar esa ira en violencia. La regulación emocional es clave para esto. Es necesario destacar que la regulación emocional no es la represión de las emociones, de hecho, la represión y el descontrol emocional pueden ser igual de perjudiciales. Se trata, justamente, de encontrar el punto medio entre ambos aspectos.

¿Y cómo lo conseguimos desde las aulas? Gracias al entrenamiento emocional. Es muy importante expresar las emociones, experimentarlas y aprender a resolver los conflictos que pueden generarnos. ¿Tu alumno o alumna se siente enfadado? ¿Cómo puede aminorar esa rabia? Te contamos una de las técnicas más conocidas a continuación.      

Cuenta la historia de una pequeña tortuga que se encuentra con una tortuga mayor. La tortuguita está muy enfadada porque ha tenido un conflicto con una compañera y se lo explica a la mayor. Esta le enseña a introducirse dentro de su caparazón. ¿Qué quiere decir esto? La anima a meterse dentro de ella misma, a conocerse por dentro.

La técnica de la tortuga consiste en explicar esta historia como analogía para que niños y niñas aprendan a autoanalizarse. ¿De dónde vienen esas mariposas en el estómago? ¿Por qué nos tiemblan las piernas o la voz? ¿Por qué sentimos que nos hierve la sangre?

El profesor o la profesora puede establecer en el aula el Espacio Tortuga y así, cuando los alumnos y alumnas se sienten alterados por sus propias emociones, acuden a este espacio y respiran y se meten dentro de sí mismos para averiguar qué están sintiendo y por qué.  En el cuento se habla de tres pasos que se deben seguir: parar, respirar y pensar en los problemas y las soluciones.

En este proceso, toman conciencia de lo que sienten, -como hace la tortuga- y cuando uno ya nota que controla su impulsividad es cuando puede regresar a su lugar.  La edad recomendada para enseñar la técnica de la tortuga es la etapa de Educación Infantil y los primeros dos cursos de Educación Primaria.

El desarrollo de las competencias emocionales dura toda la vida. La mejor educación que podemos ofrecer es ayudar a todas las personas a descubrir que la mejor forma de contribuir al bienestar emocional personal es contribuyendo al bienestar emocional general.

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